Los estratos son capas materiales en las que intensidades han sido lo suficientemente condensadas para producir un modo de expresión que les permite ser individuadas. Son capas materiales territorializadas en el sentido en el que, al ser individuadas, permiten la producción de un significado y por lo tanto una imagen de (su) estado. La estratificación se da como una doble articulación, que puede ser resumida en “sedimentación y plegamiento, fibra y replegamiento”1, a través del siguiente modo:

La primera articulación seleccionaría o extraería, de los flujos-partículas inestables, unidades moleculares o cuasi moleculares metaestables (sustancias) a las que impondría un orden estadístico de uniones y sucesiones (formas). La segunda articulación sería la encargada de crear estructuras estables, compactas y funcionales (formas), y constituiría los compuestos molares en los que esas estructuras se actualizan al mismo tiempo (sustancias).2

La articulación de la materia es como se hace del cuerpo un organismo. Un organismo es un modo de ser en el que las partes del cuerpo están ordenadas de forma significante (tienen un modo de expresión), o sea, cada parte cumple una función determinada para mantener el modo de ser anteriormente señalado. Su contraparte es el cuerpo sin órganos, que es la materialidad indeterminada, un cuerpo compuesto por intensidades no formadas que lo ocupan y transitan en él3. Deleuze y Guattari describen la doble articulación que produce al cuerpo estratificado -organizando-organizado- en el siguiente pasaje:

Llamábase materia al plan de consistencia o Cuerpo sin Organos, es decir, al cuerpo no formado, no organizado, no estratificado o desestratificado, y a todo lo que circulaba por ese cuerpo, partículas submoleculares y subatómicas, intensidades puras, singularidades libres prefísicas y previtales. Llamábase contenido a las materias formadas, que como consecuencia debían ser consideradas desde dos puntos de vista, desde el punto de vista de la sustancia, en la medida en que esas materias eran “escogidas”, y desde el punto de vista de la forma, en la medida en que eran seleccionadas en un cierto orden (sustancia y forma de contenido). Llamábase expresión a las estructuras funcionales, que a su vez debían ser consideradas desde dos puntos de vista, el de la organización de su propia forma, y el de la sustancia, en la medida en que formaban compuestos (forma y sustancia de expresión).4

Consideramos entonces que la primera articulación remite al contenido y la segunda a la expresión. Sin embargo, a diferencia de la forma y la sustancia, el contenido y la expresión no son equivalentes. Esto se entiende por el siguiente motivo: la sustancia de lo articulado sólo puede ser materia formada, por lo que no se puede distinguir la sustancia de una forma específica. Distinto es el caso del contenido y la expresión (las dos variables de la función estratificadora), ya que el contenido es la forma que toma la sustancia (modo en el que se ordena el material); mientras que la expresión es la sustancia que toma la forma (funcionalidad expresada de la forma). Así, tanto el contenido como la expresión remiten a una articulación anterior, a la vez que pueden presuponer contenidos o expresiones de otras articulaciones en un mismo estrato; “los contenidos y las expresiones se dispersan los unos sobre los otros […] se multiplican y dividen por sí mismos infinitamente en un mismo estrato”5.

1Cfr. Gilles Deleuze, Félix Guattari, Mil mesetas (capitalismo y esquizofrenia), España, Pre-textos, 2015, p. 49.

2Ibid. p. 48.

3Ibid. p. 158.

4Ibid. p. 51.

5Ibid. p. 52.